INFORMACIÓN ADICIONAL SOBRE LAS CEREZAS
Los japoneses ven en ellos una de las manifestaciones de la belleza en estado puro. La flor de sakura simboliza la pureza y el emblema del bushi o ideal caballeresco. Para los samuráis esa misma flor vuelta hacia el sol simboliza la devoción de sus vidas.
Los cerezos pertenecen a la familia de las rosáceas, del género prunus, como el albaricoque, la ciruela o el melocotón. Descienden de dos especies silvestres: la Prunus avium, de frutas dulces y color oscuro, y la Prunus cerasus, de frutas más ácidas y color rojo brillante.
A destacar su riqueza en potasio, mineral que favorece la formación de orina y también en fibra (2%), que le da características laxantes.
Entre sus vitaminas destacan la C, el ácido fólico, el betacaroteno o provitamina A y las vitaminas B1 y B6. Además, es rica en antocianinas y ácido elágico, poderosos antioxidantes.
Beneficios de las cerezas:
– Reumatismo y artritis. Por sus componentes depurativos y antioxidantes, así como a la presencia de ácido salicílico, las cerezas tienen propiedades antiinflamatorias.
– Diabetes. Reducen el riesgo de aparición de esta enfermedad. Además, son bien toleradas por los diabéticos por la fructosa y levulosa, de bajo índice glucémico.
– Trastornos hepáticos. Alivian los niveles de colesterol y triglicéridos en la sangre y su posible acumulación en el hígado. Evita la formación de cálculos biliares.
– Corazón. Varios componentes fenólicos que abundan en la cereza protegen el sistema cardiovascular y previenen la angina de pecho y el infarto de miocardio.
– Belleza. Gracias a sus vitaminas A y C protegen y suavizan la piel. También ayudan al bronceado por su contenido en caroteno y pueden ayudar a reducir la celulitis.
– Trastornos intestinales. Su acción reguladora mejora el estreñimiento y el meteorismo.
– Gota. Para rebajar los niveles de ácido úrico, nada mejor que una cura de cerezas.
– Sueño. Su riqueza en melatonina, puede ayudar a regular el sueño.
MORDIENDO DESEOS
Un texto de Pedro Casamayor
Cierra los ojos y pide un deseo. Pensándolo bien, pide ciento volando. El mundo de los ensueños es como una fiesta de aniversario, en donde puedes comer sin miedo, todos los pasteles que te apetezcan. Para ayudarte en el propósito e intentar entre los dos que se cumplan, quiero que seas un poco imaginativo y navegante, por lo que para este juego, tendrás que salir al ruido del campo y la arada.
Busca una huerta mar adentro, donde sepas que hay árboles frutales y, sobre todo, que halla alguno cuajado de cerezas del que puedas coger un buen puñado. Llévate unas botas de agua, porque esta noche ha estado lloviendo y, donde vas, la hierba está muy crecida y empapada. Mayo ha sido generoso con el verde y los caracoles. Miles de tonalidades saltan en tus ojos como estrellas en flor: destellos de caléndulas, pétalos de sol en dientes de león, azules en flores de lino y achicorias, la timidez mojada de una amapola mirando al suelo.
Deja la fruta, todavía palpitante, en un cuenco de cristal. Ponte cómodo y dispuesto a escuchar su historia. Primero siendo flor “de sakura”, para recordarnos con la caída de los pétalos, lo efímero de la vida. La brevedad inmortal en los versos de un haiku: Flores de cerezo en el cielo oscuro/ entre ellas/ la melancolía florece (Matsuo Basho).
Explora el don oculto de las palabras que cuelgan de un Prunus Alvium florecido, la caligrafía de sus pétalos al caer y formar sobre la tierra oraciones nevadas carentes de invierno, situadas a la altura de los bostezos de las hormigas, donde la paz descansa de banderas de guerra. Escucha la fonética del zumbido de las abejas, en cada flor distinta. Alargado y ligero en las flores amarillas. Lento y profundo entre los ramilletes de flores blancas. Estas contemplando la danza más antigua sobre la faz de la tierra.
Ahora te pido un poco de suavidad y entrega. Si precisas huir no es un buen momento. Necesito tu soledad al completo. Cada trozo roto de espejo. Lentamente coge una cereza y roza con los dedos su piel tersa. Palpa su brillo y redondez. El entusiasmo concentrado en la zona donde conecta el pedúnculo con la carne. Recuerda que cada cereza ha sido diseñada para darte placer. Con un gesto de perdón quita los rabos verdes y coloca la fruta entre tus labios recién humedecidos. Afina tu ruido y muerde su carmín con oídos y olfato, hasta llegar al centro, al hueso desnudo de tiempo y solemnidad.
Vayamos a tus deseos. No podemos olvidarlos. Igual que en un pompón de semillas, de un maduro diente de león al que soplas, con cada guinda mordida pedirás uno de ellos. Parece sencillo a la vez que sabroso. Diseñar el tiempo de las cerezas como si fuera un circuito entre las curvas de nivel del mapa del tesoro y encontrar al final del camino, en una de sus balizas, el regalo de un noviembre cargado de fruta roja.
Las nubes se vinculan con nuestras pasiones haciendo sus perfiles más redondos y detallando las sombras de nuestros antojos. Un día son campos de algodones, otros la silueta de un conejo salido de la chistera y los más calurosos, una nave nodriza que viene a rescatarnos del sudor y de las preguntas mediocres.
Ya has tragado en sangre todos tus afanes. Ahora en el cuerpo buscarán un rincón acogedor donde afianzar su presencia y como semillas, algunos encontrarán las condiciones idóneas para germinar en una realidad disfrutona y generosa y otros pasarán al mundo del reposo y las incógnitas.
Por último y siempre, hay que dar las gracias a la madre naturaleza por regalarnos el espectáculo de un árbol cargado de cerezas. Por dotar a la primavera de ruiseñores, de lluvia, de rosas y de cerezas colmadas de sombra y tardes y por compartir sus deseos con la sonrisa de los nuestros. Primero, en forma de breve lluvia de pétalos blancos y luego con racimos de dulce y redonda excitación.